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Mensaje por Invitado Jue Jun 18, 2015 11:50 pm


Pactos Sabbat


Durante la última mitad del siglo XVI, el Sabbat se encontraba en una posición precaria. Compuesto como estaba por viejos vampiros testarudos (que hubieran sido objetivos inmediatos de haber jurado lealtad a la Camarilla) y una vasta mayoría de jóvenes con poco poder e influencia, no había logrado ventaja sobre sus pujantes enemigos.

Una amarga guerra estalló entre ambas sectas. La Inquisición seguía reclamando víctimas mientras los Cainitas de toda Europa trazaban líneas en la arena para delimitar su alianza. No existían fronteras políticas, ya que los vampiros carecían de la habilidad para controlar a las cabezas de estado o asegurarse cargos gubernamentales. Las líneas de influencia se extendían hasta donde los Vástagos y Cainitas pudieran llegar con su control. Algunas ciudades importantes en España (principalmente en manos del Sabbat), albergaban poderosas comunidades de Vástagos de la Camarilla, mientras que más de una ciudad en Francia (donde los Ventrue y los Toreador ejercían su influencia) ocultaban a muchos Sabbat. Al final, la guerra se convirtió en una letanía nocturna de acciones aisladas, no en movimientos abiertos en el campo de batalla. Los gobernantes títeres caían o cambiaban de alianza, las órdenes caballerescas se derrumbaban, la ciencia creaba nuevas y terribles armas con las que golpear al enemigo y los refugios ardían como las chimeneas en invierno. Al final, la balanza se inclinó en favor de la Camarilla.

Sin embargo, la Edad de la Exploración había abierto nuevos paisajes a la humanidad y a los Cainitas. El Sabbat, compuesto por jóvenes vampiros de ideas menos cerradas, vieron la oportunidad que representaban las Américas y aprovecharon el momento. Dejando atrás casi todos los territorios del Viejo Mundo, la secta estableció una importante presencia en lo que se convertiría en los Estados Unidos.

Durante un tiempo el Sabbat floreció junto a las colonias. Contra un ambiente mortal radical y revolucionario, su presencia era fácil de ocultar entre los insurrectos de la región. Sin embargo Dos factores conspiraron, para que el Sabbat del Nuevo Mundo no cobrara fuerza: Muchos de los mortales que huyeron a América lo hicieron escapando de la persecución religiosa, dejando un fuerte contingente entre los colonos de humanos con Fe Verdadera. Además, separados de las guaridas de sus antiguos, tenían muchas dificultades para librar su guerra nocturna contra sus enemigos. Solo la presencia de los terribles Lupinos impedía que cayeran en las luchas internas.

La relativa prominencia del Sabbat tenía oposición, ya que, los vampiros desheredados de la Camarilla también cruzaban el océano para labrarse un futuro lejos de los firmes antiguos de Europa. Al poco tiempo la guerra entre las sectas, que se había iniciado tras la Revuelta Anarquista y que parecía disminuir recobró fuerza al llegar en barco a las costas de América. El Sabbat llevaba las riendas en aquella época tumultuosa, empleando la Revolución Americana, la guerra Franco-India y la violencia incesante en la frontera como pantalla para sus propias campañas de conquista y parasitismo. Como las urbes atestadas del Viejo Mundo, casi todas las ciudades disponían de una importante población vampírica. Los asedios  se convirtieron en una táctica popular, pero a la larga no solía dar buenos resultados.

Se puede decir que el principal defecto del Sabbat es su falta de organización. En vez de establecer códigos rígidos de comportamiento y bizantinas jerarquías de responsabilidad, la secta abraza la libertad. Sin embargo, ésta se volvió en su contra en lo que se conoce como la Guerra Civil Sabbat.

Los Lasombra y los Tzimisce, los clanes más numerosos de la organización a finales del siglo XVIII, comenzaron a pelear entre ellos por los menguantes recursos del Nuevo Mundo. El continente era enorme y salvaje, las ciudades escasas y apartadas, y eran raros los Cainitas que deseaban intentar sobrevivir a campo abierto. Las urbes se convirtieron en lujos para la secta, que luchaba por hacerse con el control de las pequeñas comunidades de ganado que permitían su existencia. De hecho, fueron muchos los vampiros que se hicieron pasar por violentos nativos, convirtiendo ciudades y pueblos enteros en polvorines paranoicos: si no podían conservar una ciudad, no sería para nadie.

Hay que mencionar que gran parte de la cultura del Sabbat recibe influencias de las prácticas de los nativos americanos. Muchos de los ritae surgen de las ceremonias chamánicas, y buen parte de los saludos y rituales menores recuerdan a ciertas costumbres tribales del pueblo indígena del Nuevo Mundo, o al menos a la interpretación europea de dichas costumbres.

En medio de este conflicto entre los distintos clanes y facciones, la Camarilla se arrastró hacia América sin ser detectada. Cuando el Sabbat comprendió que estaba rodeado, y de hecho vencido, era demasiado tarde. En poco más de treinta años, todo su trabajo había sido destruido por los mismos enemigos de los que habían huido desde Europa.


Pacto de compra

Negándose a admitir la derrota, el Sabbat se volvió hacia dentro para arreglar sus conflictos y poder volver la atención de nuevo contra sus verdaderos objetivos: la Camarilla y los Ancianos.

En 1803, el Sabbat firmó un acuerdo interno conocido como el Pacto de la Compra (por la Compra de Luisiana). Esta resolución prohibía expresamente cualquier conflicto entre los miembros de la secta, y se trata de uno de los momentos cumbres en su historia. Hasta este acuerdo, todos los Sabbat tenían completa libertad, si así lo deseaban, para luchar abiertamente con los demás o para reclamar la esfera de influencia de otro Cainita. El Pacto de la Compra terminó con la posibilidad de estos conflictos (al menos abiertamente). Para evitar la destrucción a manos de la Camarilla por disputas internas, el Sabbat concentró toda su atención en sus enemigos.

Por desgracia para la secta, el Pacto de la Compra llegó demasiado tarde. La insidiosa presencia de la Camarilla ya se había enraizado en lo que serían los Estados Unidos, y también estaba formando parte del ímpetu americano en su conquista del oeste.

Sin embargo, los vampiros del Sabbat son supervivientes, y a pesar de los obstáculos presentados por el ascenso de sus enemigos, perseveraron. Estableciendo fortalezas en Canadá  y México, lograron bloquear a su enemigo. Las cruzadas, brutales ataques que enviaban diversas oleadas de vampiros para apoderarse de una ciudad de forma abierta o soterrada, eran cada vez más frecuentes. Los rivales solo podían desplazarse hacia el oeste, rodeados como estaban por la presencia del Sabbat al norte y al sur. Todo lo que necesitaba la secta era conservar sus fronteras...

Pero mantener la unidad demostró ser difícil, ya que los viejos odios no morían y los Tzimisce y los Lasombra se culpaban de permitir que los Estados Unidos se les escaparan de las manos. Las cabezas más frías de la secta notaron que, aunque el Sabbat podía haber perdido esa zona, dominaba más o menos sin oposición Canadá y México que ofrecían territorios mucho más extensos. Sin embargo, las cabeza frías nunca prevalecen en tiempos de guerra, por lo que volvieron a estallar las luchas internas que desembocaron en la segunda Guerra Civil Sabbat.

Esta vez, dividida tanto por la geografía como por el linaje, la secta estuvo a punto de destruirse en el Nuevo Mundo. Los Lasombra y los Tzimisce no permitían a nadie permanecer neutral en el conflicto, barriendo clanes, facciones, cultos, a cualquiera que pudiera prestar su ayuda en la batalla. México quedó arrasado por el conflicto. Los conflictos en Canadá fueron más discretos... hasta que los Tzimisce descubrieron que los Lasombra estaban enviando en secreto refuerzos a México para ayudar a su causa.

No obstante, la historia mortal conspiró para mantener a los Cainitas a salvo, ya que el conflicto alcanzó su punto culminante durante la Gran Guerra. Los americanos habían concentrado hasta tal punto su atención en los acontecimientos del Teatro Europeo que no tenían tiempo para advertir los conflictos vampíricos secretos que sucedían al norte y al sur. Los canadienses tampoco sufrieron mucho el impacto, ya que la mayor parte de la lucha se desarrollaba a miles de kilómetros, en México.

La Camarilla logró influencia en muchas ciudades canadienses, ya que la presencia del Sabbat se había debilitado demasiado como para repelerla.

Por último, dolorosamente conscientes de que la lucha les había costado muchos territorios, los contrincantes aparcaron sus diferencias... por un breve tiempo.
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