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Camarilla: Las Tradiciones

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Información Camarilla: Las Tradiciones

Mensaje por Isidor Jue Jul 28, 2016 1:03 am


Tradiciones


Las raíces de la Camarilla se remontan a un acontecimiento crucial en 1381, la revuelta de campesinos mortales en Inglaterra contra la nobleza. Estos fueron ayudados en esta causa por Cainitas (el término Vástagos no estaba en uso) amantes de la libertad de varios clanes. Aunque la revuelta de los humanos fue sofocada enseguida, la chispa de la revolución se propagó entre jóvenes vampiros desilusionados por toda Europa occidental. Los chiquillos oprimidos comenzaron a atacar a sus sires tratando de liberarse de su servidumbre eterna; los chiquillos oportunistas se aprovecharon de la oportunidad de aumentar su propio poder mediante diablerie. Los Vástagos historiadores se referirán a esta rebelión (más específicamente a un ataque al Ventrue, Hardestadt, por parte del anarquista Brujah, Tyler) como el auténtico comienzo de la revuelta anarquista.

Los antiguos de Europa sufrieron varios contratiempos en el comienzo del siglo XV. Los anarquistas, envalentonados por el éxito de Tyler, efectuaron un golpe terrorífico y destruyeron al Antediluviano Lasombra. También atacaron al Antediluviano Tzimisce, afirmando haberle destruido. Los rebeldes llegaron incluso a descubrir un método para romper los vínculos de sangre, y coordinaron sus ataques con los Assamitas, que estuvieron encantados de tener la posibilidad de cometer diablerie sobre los antiguos Europeos.

En 1435, Hardestadt convocó un concilio de antiguos para tratar el problema anarquista. Propuso que se creara una sociedad de vampiros para abordar los problemas que traspasaban los ámbitos territoriales o de los clanes. Aunque la mayoría de los antiguos recelaron de la idea y la rechazaron, un pequeño grupo se unió a Hardestadt. Durante la década siguiente este grupo impulsó la idea de la Camarilla con más sutileza, en pequeños consejos y reuniones personales.

En 1450, los Fundadores de la Camarilla contaron con el apoyo suficiente de los antiguos europeos para comenzar a hacer valer su autoridad, dirigiendo a cuadrillas de varios clanes en ataques sobre los baluartes anarquistas. Al mismo tiempo, los Fundadores animaron a unas cuantas cuadrillas a localizar la fortaleza oculta de los Assamitas: Alamut.

El poder centralizado de la Camarilla parece haber sido la clave de la derrota de los anarquistas. En 1493, los líderes del Movimiento Anarquista aceptaron la exigencia de la Camarilla de celebrar una asamblea para discutir los términos de la rendición anarquista. La Convención de Thorns trajo de vuelta a la Camarilla a la mayoría de los anarquistas y dispuso el castigo del Clan Assamita por su papel en la contienda. También fue el escenario del primer discurso público del Toreador Rafael de Corazón exigiendo el refuerzo de las Tradiciones con la Mascarada. Aquellos anarquistas que rechazaron los términos de la Convención de Thorns huyeron, para formar posteriormente el Sabbat.

Las Tradiciones son las leyes de los Vástagos, pero especialmente las de los miembros de la Camarilla. Las costumbres incluidas en las seis Tradiciones llevan aplicándose de alguna manera desde mucho antes de la formación de la secta; algunos Nodistas creen que el propio Caín se las entregó a sus chiquillos. Otros rechazan esta afirmación, elaborando todo tipo de argumentos acerca de su estructura lingüística y asuntos similares. En definitiva, no importa. Las Tradiciones existen, y tienen el peso de los siglos detrás de ellas. Estas seis leyes son la legislación universal de la Camarilla. Todo lo demás no son mas que comentarios y añadidos.

Se espera que todos los neonatos de la Camarilla aprendan y comprendan las Tradiciones. La ignorancia no es excusa en lo que respecta a las violaciones de uno de estos preceptos. Estas leyes son absolutas; cualquier violación de alguna de ellas se responde con un castigo rápido y severo.


Primera Tradición: La Mascarada

La Mascarada está en el corazón de la propia existencia de la Camarilla. El hecho de que los vampiros son reales debe ocultarse a ojos de los mortales. Las violaciones de esta Tradición suelen castigarse con la muerte, o con algo peor. Todo vampiro de la Camarilla supuestamente debe vigilar las violaciones de la Mascarada, y contrarrestar cualquier ruptura en la que pudiera incurrir. Si no se evita una violación de la Mascarada, o se informa de lo sucedido a las autoridades pertinentes, se incurre en algo casi tan grave como el incumplimiento de la propia Tradición; la Camarilla se toma la Mascarada muy en serio. Como consecuencia de esto, los Sheriffs y sus ayudantes vigilan constantemente la zona y los yermos en busca de los errores más leves en mantener la Tradición. Aunque las otras leyes de la Camarilla de vez en cuando están sujetas a interpretaciones libres, la Primera Tradición permanece inviolable.

Segunda Tradición: El Dominio

El significado de esta Tradición ha cambiado en la era moderna. En tiempos antiguos Dominio significaba territorio, simple y llanamente. Eso era así en las noches en las que los Vástagos eran pocos y cada uno podía reclamar una ciudad como suya, pero las cosas han cambiado. Ahora las ciudades albergan, en los casos más extremos, hasta a un centenar de Vástagos. Las metrópolis modernas han crecido más allá de la capacidad de control directo de un vampiro. Y debido a esto, el significado de dominio se ha visto obligado a cambiar para encajar con los retos a los que se enfrenta la Camarilla moderna.

En teoría, el Príncipe sigue dominando toda su ciudad. Luego tiene la opción de parcelar zonas de control —desde manzanas a barriadas o municipios enteros- para que los controlen los Vástagos elegidos por él. Aunque el Príncipe sigue conservando la autoridad máxima, estas zonas menores son una combinación de feudo y reserva de caza para los vampiros que tienen la suerte de recibirlas. Por supuesto, esos Vástagos también son responsables de hacer cumplir las leyes de la ciudad dentro de sus dominios, con lo que el dominio lleva aparejada una cierta responsabilidad además de la correspondiente autoridad.

El concepto de dominio, no obstante, es uno de los más incomprendidos de la Camarilla. Vampiros viejos y poderosos a menudo reclaman sus propios dominios, y a menos que el Príncipe esté dispuesto a provocar una guerra para desalojarles, tales reclamaciones se permiten a cambio de ciertos favores. Los neonatos y Anarquistas exigen sus refugios y las áreas que los rodean como dominio, cuando lo único que tienen son derechos de ocupación. Habitualmente un Príncipe suele pasar por alto estas reivindicaciones poco importantes e ignora el asunto. Después de todo, no les merece la pena emplear tiempo y energía en perseguir a cada gilipollas Anarquista por abusar de su suerte. Así el Príncipe mantiene el control de toda la ciudad, concede dominios menores a sus siervos de confianza o a aliados potenciales, y acepta las exigencias de todos aquellos que sean lo bastante poderosos como para obtenerlas o demasiado débiles como para preocuparse por ellos.

Recientemente, el concepto de dominio ha sufrido una especie de modificación. El término se usaba para referirse estrictamente a los bienes raíces, pero durante los últimos cien años la palabra “dominio” se ha aplicado también a las industrias. Cientos de Vástagos reclaman como dominio empresas de software, altos hornos, fábricas, negocios de exportación y otros, estableciéndose para dirigir tanto las instalaciones físicas que poseen las empresas como sus transacciones comerciales. Se experimentó con un concepto similar durante las noches de los estados mercantes italianos, pero finalmente fracasó. Desde los comienzos de los 90, se ha resucitado la idea y parece estar ganando fuerza. Ahora, un ambicioso joven Ventrue presiona al príncipe para controlar las industrias locales de telecomunicaciones o informática, y no un territorio de una docena de manzanas en la zona norte de la ciudad. La mayoría de los antiguos se contentan con dejar que los chiquillos persigan los bienes efímeros, pero unos pocos se preocupan acerca del poder que pueden acumular en realidad los Vástagos más jóvenes.


Tercera Tradición: La Progenie

Uno de los problemas más difíciles que afronta la Camarilla es el de la cantidad. Los vampiros engendran a más vampiros, y el control de población es un asunto mucho más grave que entre los mortales. Tener demasiados vampiros en una ciudad amenaza la Mascarada y dificulta la caza. Por otro lado, la carencia de Vástagos deja a una ciudad abierta a los ataques. Como consecuencia de esto, los príncipes quieren saber cuántos Vástagos hay en sus ciudades, y a quién deben lealtad supuestamente. Por eso nació la Tercera Tradición.

En la Camarilla, el derecho a crear progenie es uno de los favores más codiciados que puede ofrecer un príncipe. Mientras controla el derecho a atraer mortales a la sangre, el Príncipe tiene una interminable cohorte de Vástagos buscando su favor. La dispensa para crear es una de las herramientas más poderosas que un Príncipe tiene en su arsenal para comprar la fidelidad de sus sujetos.

Los Príncipes inteligentes hacen cumplir la Tercera Tradición implacablemente. La adhesión estricta a la norma hace que un príncipe sepa cuántos Vástagos hay en su ciudad, quién es su sire y a qué clan pertenecen. No sólo proporciona al Príncipe una valoración precisa de los recursos que tiene disponibles, sino también le proporciona una imagen de la población de la ciudad (y de si las cosas se están desequilibrando a favor de alguien).

En los últimos años, algunos Príncipes han extendido también a Tercera Tradición a la creación de Ghouls, fundamentalmente en Norteamérica (los Príncipes europeos consideran que no merecen la pena preocuparse por ellos). Aunque se ha mantenido un control extraoficial acerca de cuántos criados pudiera tener un Vástago determinado, la creciente dependencia de la Camarilla de sus sirvientes mortales ha encendido un mayor interés en la demografía de los Ghouls. El debate sigue caliente acerca de si se pueden o deben incluir o no a los ghouls en la Tercera Tradición, pero en las ciudades donde los príncipes optan por ello, los castigos por la creación de Ghouls sin autorización son igual de severos que los de los Abrazos ilícitos.


Cuarta Tradición: La Responsabilidad

Introducir a un mortal en el mundo de la Camarilla es un riesgo tremendo. Cualquier neonato tiene el potencial para meter la pata de manera espectacular, y de echar abajo la Mascarada. Como consecuencia, el sire de un nuevo vampiro es considerado responsable de las acciones de ese chiquillo —de todas ellas.

El sire sufre cualquier castigo motivado por el comportamiento del chiquillo. Los Príncipes más viejos se toman esta tradición muy en serio, al sentir que la Responsabilidad obliga a los Vástagos jóvenes dar la importancia debida al Abrazo y a escoger cuidadosamente a su progenie.

Un sire es responsable de las acciones de su chiquillo hasta que el neonato es, por decirlo de alguna manera, presentado oficialmente al Príncipe como un miembro de pleno derecho de la comunidad de Vástagos. Tras esa presentación (y suponiendo que el Príncipe considere al neonato digno de morar en su ciudad), el nuevo vampiro recibe el trato de un adulto en la sociedad de la Camarilla. Es responsable de sus propias acciones, y su sire ya no tiene que preocuparse de morir por sus errores.

A causa del riesgo que conlleva la tutela de un chiquillo, algunos Vástagos tratan de acelerar el proceso de presentación todo lo posible. Para compensar esa estratagema, muchos Príncipes han recurrido a hacer una especie de examen oral al neonato, asegurándose que está lo suficientemente instruido como para ocupar su lugar en la sociedad de la Camarilla. Si el neonato falla, la consecuencias tanto para él como para su sire son graves; el exilio es el castigo más habitual.

En casos infrecuentes, un neonato que ha sido presentado al príncipe y que se ha emancipado demuestra estar aún verde. Si la incompetencia del neonato puede achacarse a la falta de adiestramiento por parte de su sire, la ira principesca probablemente caiga sobre las partes implicadas.


Quinta Tradición: La Hospitalidad

Los depredadores son siempre muy educados entre sí. Los buenos modos sociales evitan que se destrocen en cuanto se vean, y les permiten establecer relaciones distintas a las basadas en el matar o morir. La Quinta Tradición es un ejemplo perfecto de este tipo de contemporización social, ya que permite a los Vástagos moverse en territorio de otro sin provocar un conflicto.

En su nivel más sencillo, la Quinta Tradición es simplemente la obligación para todos los forasteros que entren en una ciudad de presentarse ante el Príncipe. La presentación puede adoptar diferentes formas, desde una saludo sencillo al recitado del linaje (los Príncipes británicos y holandeses a menudo insisten en esto último, para disgusto de sus visitantes, que habitualmente tratan de insertar ancestros falsos en sus linajes para ver si alguien no está atento) pasando por la petición de un servicio mientras están en la ciudad. Los príncipes que exigen esto último no suelen durar mucho, aunque técnicamente tienen derecho a hacerlo.

Aceptando a un vampiro que se presenta, un príncipe concede a ese Vástago el permiso para quedarse, morar y cazar dentro de su ciudad. Presentándose, un vampiro reconoce la autoridad del Príncipe y se asegura no ser abatido en el acto por un azote que no le conozca.

En estas noches cada vez hay más vampiros que contravienen o ignoran la Quinta Tradición. Algunos piensan que cualquier aparición obligatoria por orden del Príncipe podría ser una trampa o una traición. Otros sencillamente no desean reconocer la autoridad del Príncipe de ningún modo, manera o forma (muchos Vástagos antiguos —especialmente si el Príncipe es más joven que ellos-, anarquistas y algunos independientes ven las cosas de esta manera). Sin embargo, negándose a presentarse, un vampiro se convierte en un proscrito, y pasa de la jurisdicción del Príncipe a la del Sheriff o la del Azote.


Sexta Tradición: La Eliminación

Según las lecturas más antiguas de esta Tradición, la Sexta concede a un sire el derecho a destruir a cualquier miembro de su progenie. Bajo los auspicios de la Camarilla, ese derecho ha sido usurpado por el Príncipe, que ahora tiene el derecho sobre la vida y la muerte de todos sus súbditos. No puede ejercer ese derecho arrogantemente, si no quiere arriesgarse a un golpe que le prive de su poder, pero mediante la institución de la caza de sangre, un Príncipe puede sentenciar a muerte a cualquier Vástago dentro de su dominio.

Incluida en este poder principesco está la restricción de ese poder para el príncipe, y sólo para el Príncipe. Si sigue permitiendo a los sires destruir a sus chiquillos antes de la presentación, pero en cualquier otra circunstancia el asesinato de Vástagos está estrictamente prohibido en los dominios de la Camarilla. Cualquier Vástago que trata de usurpar el privilegio del Príncipe y acaba con la no vida de otro vampiro suele acabar recibiendo su merecido en una caza de sangre. Incluso .se niega esta prerrogativa a los sires que intentan recuperar lo que en tiempos fue su derecho de nacimiento; en cuanto un neonato ha sido presentado, es de la ciudad y no del sire. La creación y la eliminación son las dos armas más potentes del arsenal de un Príncipe, y las guarda celosamente.
Isidor
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