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Anarquistas: Movimiento Anarquista
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Anarquistas: Movimiento Anarquista
Movimiento Anarquista
El siglo XIV fue una mala época para ser no muerto en Europa. En el año 1231 a.C., el papa Gregorio IX fundaba un tribunal permanente de jueces eclesiásticos con la misión de erradicar la herejía. Ninguno de los procedimientos utilizados (las reuniones secretas, los castigos, la prisión, las infinitas variedades de tortura) era nuevo. La Iglesia ya había empleado esos métodos durante 200 años.
Sin embargo, dos cosas habían cambiado. El crecimiento del grupo de jueces fue espectacular, y esos sacerdotes eran hombres que viajaban. Y allí donde iban les acompañaba la Inquisición. En el interior de la orden de los Dominicos existía una organización secreta conocida como "La Sociedad de Leopoldo" que recibió una misión adicional por parte del papa Gregorio: hallar y destruir cualquier amenaza sobrenatural para la Iglesia.
La Sociedad de Leopoldo se dedicó a esta tarea con una terrible eficacia, por lo que alrededor del 1300, todos los Cainitas de Europa sabían que se enfrentaban contra un enemigo poderoso. La reacción de los antiguos era fácil de predecir. Algunos de ellos se ocultaron, dejando que sus chiquillos se defendieran por ellos mismos. Otros los entregaron a las antorchas de la sociedad con la esperanza de que los Dominicos destruyeran a unos cuantos neonatos y se retiraran de la caza creyendo que ya habían solucionado el “problema de los vampiros”. Sin embargo, estos antiguos subestimaron la fuerza y los recursos de su progenie, ya que muchos de ellos lograron escapar de las garras de la Inquisición. Como resultado de ello, muchos jóvenes Brujah y Lasombra españoles se encontraron sin antiguos que los vigilaran. Guiados por su orgullo, declararon la guerra a la Inquisición, dedicándose a quemar iglesias y a matar sacerdotes.
Los jóvenes Brujah españoles dijeron basta: no sólo habían sido abandonados por sus propios sires, sino que habían sido rechazados por los antiguos del resto de los clanes. Habían sido abandonados para que hallaran su Muerte Definitiva a manos de la Inquisición para salvar la existencia de un grupo de parásitos ajenos al destino que corriera su progenie. Los jóvenes Brujah, muchos de los cuales ya bordeaban el estado del frenesí en condiciones normales, enloquecieron. Se rebelaron contra sus antiguos armados con estacas, colmillos y garras, no por el placer del Amaranto, sino por la sed de libertad. Se definieron como anarquistas para proclamar su desafío sobre la tradición impuesta por Caín que otorgaba a los antiguos un dominio absoluto sobre su propia progenie.
Gran parte de la sangre que comenzó a correr por las calles pertenecía a los ancillae, vampiros atrapados entre ambas generaciones. Unos pocos de los más bravos se unieron a lo que se empezaba a conocer como la Revuelta Anarquista, aunque muchos de ellos prefirieron permanecer al lado de sus señores. Aquellos que optaron por esta opción recibieron de lleno la furia de los anarquistas, algo que convino a sus antiguos.
Uno de los motivos del gran éxito inicial de los anarquistas fue que la mayoría de antiguos no creía que tal movimiento fuera posible. Muchos antiguos fueron destruidos antes de que el resto comprendiera que no eran otro pequeño grupo de matones ansiosos de vitae, sino Cainitas de diversas generaciones trabajando de forma conjunta para cambiar la estructura de la sociedad Cainita.
Porque esa era la meta. Aunque el ímpetu inicial del ataque contra los antiguos fue producto de la venganza, los anarquistas estuvieron unidos por la creencia de que nada iba a evitar que los antiguos que dominaban la sociedad Cainita volvieran a utilizar a los miembros más jóvenes para cubrirse las espaldas. La única forma que tenían los jóvenes para asegurarse el futuro era obtener cierto control sobre sus propios destinos y obligar a los antiguos a escuchar sus preocupaciones. En otras palabras, necesitaban obtener cierto grado de poder. Si esto significaba destruir a todo antiguo que se interpusiera en su camino, estaban dispuestos a hacerlo.
A pesar de su número y su furia, los anarquistas se encontraban ante un desafío abrumador, ya que se enfrentaban a un enemigo mucho más astuto, experimentado y con más recursos. La tarea de encontrar los refugios de los antiguos era casi imposible, eso sin tener en cuenta que los laberintos estaban defendidos por trampas, ghouls, centinelas, chiquillos leales y un vampiro antiguo dispuesto a luchar por su propia existencia.
La falta de organización también fue un factor en contra de los anarquistas, ya que las rivalidades y los odios ancestrales abundaban entre los apasionados Brujah. Aunque algunos neonatos desesperados provenientes de otros clanes se unieron a los Brujah, la mayoría de los Cainitas europeos lo vio inicialmente como otro “problema Brujah” en vez de ver la revuelta real. Como resultado de ello, la revuelta quedó limitada a los Brujah españoles durante la mayor parte del siglo XIII. Aunque los anarquistas obtuvieron ciertos éxitos iniciales contra algunos antiguos poco preparados, la revuelta pronto acabó convirtiéndose en escaramuzas entre los anarquistas y los servidores de los antiguos, la clase de guerra de desgaste que los antiguos sabían que iban a acabar ganando.
Pero a pesar de los contratiempos sufridos, las noticias de la revuelta se propagaron con rapidez por toda Europa. Los Cainitas de todos los clanes comenzaron a debatir sobre algo que habría sido impensable una década antes: la noción de que los jóvenes Cainitas tenían derecho a decidir su propio destino. Cada vampiro reaccionó ante esta situación de forma distinta. El grado de esta independencia difería de Cainita a Cainita, yendo desde el derecho de escoger sus propias víctimas, hasta la liberación total de las obligaciones con los antiguos.
Pero por otro lado, los antiguos pertenecientes a los clanes europeos no tenían estas desavenencias entre ellos. Aunque seguían filosofías muy distintas, formaban un frente común ante las demandas de los anarquistas. La Jus Noctis (“ley de la noche”) había estado vigente desde la Primera Ciudad, y no iba a cambiar porque algún pobre autarkis se mostrara descontento con su estado. Los antiguos estaban sorprendidos por el éxito de los anarquistas en España, por lo que estaban dispuestos a evitar que estos actos se propagaran a sus dominios. La solución consistió en reforzar la presa sobre los Cainitas que se encontraban bajo su influencia, vigilándoles de forma continua para descubrir cualquier signo de deslealtad, algo parecido a lo que hacía la Inquisición.
Todos estos hechos alimentaron el fervor de los que abogaban por la creación de la Camarilla. Estos Cainitas hicieron hincapié en que los anarquistas habían tenido éxito en España porque los antiguos no coordinaron sus esfuerzos. Muchos antiguos no se tomaron en serio estas afirmaciones, ya que eran incapaces de comprender que un grupo de neonatos, independientemente de su valor, fuera merecedor de una pizca de poder personal. Sin embargo, conforme la revuelta aumentó su alcance, comenzaron a creer en la llamada de unidad ante el enemigo.
Gratiano y los Assamitas
Los antiguos Lasombra se mostraron especialmente duros con los anarquistas, evitando que sus chiquillos se entrevistaran con otros Cainitas y llegando a prohibirles que abandonaran su refugio. Sin embargo, un antiguo Lasombra vio las cosas de forma muy distinta. Gratiano de Veronese era un poderoso Lasombra italiano que vio en la Revuelta Anarquista una oportunidad para cumplir todos los sueños de grandeza que había tenido desde que fuera abrazado en una celda italiana dos siglos antes, apoyó de forma secreta el Movimiento Anarquista, dándole cohesión, identificando a sus líderes y haciendo llegar el mensaje de la revuelta a cualquier neonato insatisfecho, en especial a los Lasombra italianos. Pero su mayor movimiento consistió en viajar hasta los Balcanes y Tierra Santa, donde mantuvo contactos con los Assamitas.
Hacía tiempo que los Assamitas viajaban por Europa, cometiendo diablerie en búsqueda del desarrollo espiritual; pero aunque muchos de ellos estaban más interesados en diabolizar a vampiros antiguos cuando tenían ocasión, los conflictos entre los antiguos y los anarquistas españoles habían dificultado su misión, ya que muchos de los vampiros más antiguos de la zona se habían ocultado. Los Assamitas necesitaban músculo, algo que los Brujah tenían, y los anarquistas necesitaban las habilidades de los Assamitas como asesinos, hechiceros y diplomáticos. Poco tiempo después de que Gratiano propusiera a los Assamitas que combinaran fuerzas con los anarquistas, los antiguos comenzaron a detectar infiltrados Assamitas en las manadas anarquistas. Con sus habilidades sobrenaturales del sigilo y evasión, hacían que los anarquistas tuvieran acceso a refugios inexpugnables. El curso de la revuelta comenzó a decantarse hacia los anarquistas españoles.
Conforme antiguo tras antiguo caía ante los ataques combinados de los anarquistas y los Assamitas, un número mayor de Cainitas de otros clanes comenzó a unirse a la revuelta impulsados por el deseo de acabar con su servidumbre hacia los antiguos de una vez por todas. Como era previsible, el siguiente lugar donde estalló la revuelta fue Italia, lugar donde Gratiano y su cuadrilla habían invertido casi 50 años preparando el terreno. En una reunión secreta que tuvo lugar en Verona en 1446, un gran grupo de ancillæ y neonatos Lasombra acordó unirse a los Brujah españoles para derrocar el reino de terror, liberarse de las cadenas de los antiguos y defender la causa de los anarquistas.
Esta revuelta tuvo más éxito que la de los Brujah. Gracias a los esfuerzos de Gratiano para sembrar la confusión y la desconfianza entre los antiguos Lasombra, la respuesta inicial a los primeros ataques fue dubitativa y poco coordinada. Los jóvenes anarquistas, espoleados por el éxito, incrementaron sus ataques, haciendo rugir la revuelta en Italia durante 35 años.
El año 1483, el propio Gratiano lideró a un gran grupo de Brujah, Lasombra y Assamitas en un ataque al refugio del Antediluviano Lasombra situado en Sicilia. La batalla fue sangrienta, ya que muchos de los participantes encontraron su Muerte Definitiva en ella, pero al final, cinco anarquistas supervivientes lograron abalanzarse sobre el durmiente Lasombra y acabar con él.
Para asombro del resto de anarquistas Lasombra, Gratiano no hizo ningún movimiento para convertirse en cabeza visible del clan, sino que proclamó que los Lasombra ya no estarían oprimidos por sus antiguos y por lo tanto escogerían a sus líderes basándose en su valía. Nadie respondió a la pregunta de cómo se demostraba la valía, por lo que la cooperación anarquista se disolvió en la oscuridad de la guerra interna que más tarde plagaría el Sabbat.
Al mismo tiempo que la ola de anarquismo se extendía por Italia, en Europa oriental las cosas se estaban poniendo mal para el clan Tzimisce. Las tierras ancestrales de los Demonios sufrían los ataques en todas direcciones. Por si esto fuera poco, sufrían las infiltraciones de los Tremere, cuya magia superaba su magia ancestral. Para su propio descrédito, los antiguos siguieron los mismos pasos que los vampiros españoles: sacrificaron a sus chiquillos para que murieran en su lugar.
En medio de toda esta destrucción, un grupo de neonatos descubrieron un importante ritual koldúnico capaz de romper los vínculos de sangre que muchos Tzimisce utilizaban para mantener a sus chiquillos bajo control. Este ritual acabó convirtiéndose en la Vaulderie, el primer auctoritas ritae. Mediante la mezcla de la vitae de varios Cainitas y la ingestión de la misma en un ritual, el vínculo de sangre quedaba reemplazado por una lealtad sustitutiva hacia los Cainitas que aportaban la sangre.
El secreto de la Vaulderie se extendió de neonato en neonato, teniendo un efecto electrizante en los chiquillos de los Demonios. Hasta ese momento, los antiguos del clan habían confiado en el vínculo de sangre para mantener la lealtad de su progenie, argumentando que los neonatos vinculados sólo tenían la opción de honrar a sus antiguos sin importar los abusos que sufrieran. Pero cuando los vínculos de sangre comenzaron a disolverse, un gran número de neonatos descubrieron con sorpresa que odiaban a sus crueles sires. Estos jóvenes Demonios pensaron que si los Brujah españoles eran capaces de derrocar a sus sires también podrían hacerlo ellos.
En 1459, los jóvenes Demonios se abalanzaron contra las fortalezas de sus sires. Como estaban familiarizados con las defensas de estos castillos, tuvieron éxito donde las gárgolas Tremere no lo habían tenido y un gran número de sangrientos episodios tuvo lugar en los oscuros pasillos de las mansiones de los señores Tzimisce. Los diversos castillos fueron cayendo bajo los embates de las cuadrillas de jóvenes anarquistas. La revuelta Tzimisce duró 25 años.
La revuelta en España duraba más de un siglo, y aunque los anarquistas habían hecho algunos progresos considerables, las pérdidas de ambos bandos eran muy elevadas. En Italia, la revuelta se acercaba a su clímax, pero también a costa de un elevado número de bajas. En el resto de Europa, tanto los antiguos como los neonatos seguían el conflicto y mantenían las distancias, conviviendo en un equilibrio inestable mientras ponderaban sus opciones.
Los neonatos y ancillae de todos los clanes se unieron a la causa anarquista junto a los Brujah, Assamitas y Lasombra que habían estado luchando contra los antiguos durante décadas. Aunque este frenesí carecía de organización que coordinara el esfuerzo, jóvenes Cainitas de diversos clanes unían sus fuerzas para oponerse a los antiguos con millares de métodos, algunos pacíficos, otros no, pero conforme se intensificaba el odio en ambos bandos, los primeros perdían terreno con respecto a los segundos. Los viejos deberes hacia el sire y el clan desaparecieron, ya que todo lo que importaba era el bando que se escogiera, la neutralidad era imposible. En muchos casos, los antiguos desconfiados expulsaron a aquellos neonatos que deseaban permanecer leales simplemente por su generación.
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